
Biodiversidad y resiliencia climática
Jamás me enfrenté a un problema tan complejo. Tener que explicar en cinco minutos la relación entre la biodiversidad y la resiliencia climática.
¡Sí! Soy auditor de helechos, por ello no dudé en ir hasta el Consejo ancianos de los helechos (Fotografía 1) para preguntarles qué me podían contar sobre la biodiversidad y la resiliencia climática. Allí estaban las pinchuitas, las calagualas, los pulipuli y por supuesto mamá Helecho hembra y papá Helecho macho.
Después de murmurar entre ellos el Helecho real se pronunció. Me remitió a la Laguna de Nuncajamás donde debía encontrar a la Reina Azolla (Fotografía 2). Hasta allí fui y la encontré con su verde manto flotando sobre el agua (Fotografía 3). Le trasladé mi pregunta y presta empezó a narrarme aquella gesta que llevaría su nombre: El evento Azolla.
Así, me contó, que hace 50 millones de años la atmósfera, debido a la actividad volcánica y al impacto de meteoritos, se cargó de gases de efecto invernadero. Entonces el planeta sufrió un calentamiento global sin precedentes. Fueron muchas las especies de animales y plantas que se extinguieron al no soportar una subida de las temperaturas del mar de hasta siete grados. Las menos se adaptaron convirtiéndose en nuevas estirpes y ella, Azolla, incluso encontró unas condiciones óptimas para extenderse.
La pequeña reina de los helechos aprovechó para extenderse por todo el Océano Ártico, que se había vuelto dulce por la acidificación de las aguas marinas.
Durante un millón de años el manto verde de Azolla se extendió por 4 millones de kilómetros cuadrados, favorecida por su capacidad de absorción masiva de los gases de efecto invernadero. Tal fue su eficacia en el secuestro de dióxido de carbono que produjo una intensa resiliencia climática. En pocos años el termómetro planetario comenzó a descender aceleradamente, tan aceleradamente que produjo una intensa glaciación. Aquella resiliencia climática llevó a una extinción masiva de especies, pero tras ella -como en otras ocasiones – surgiría una nueva y más rica biodiversidad.
Azolla se despidió de mí recordándome que aquel cambio climático duró un millón de años, pero que nuestra crisis climática se está produciendo de manera extremadamente acelerada, apenas en 50 años. Así, no os puedo ayudar, me sentenció, ni yo ni ninguna otra estirpe de la biodiversidad. Si seguís por este camino se extinguirán muchas especies, posiblemente hasta la vuestra, otras se adaptarán y aparecerán otras nuevas. Una nueva biodiversidad que mantendrá la vida en el planeta.
De ella además aprendí que la biodiversidad es el resultado de un pulso permanente de 500 millones de años para alcanzar una resiliencia climática, un clima estable y sostenible. Qué la biodiversidad es el mayor logro de nuestro planeta, que lo hace único, aunque no exclusivo, y que es el resultado de un proceso extraordinario de la nada caprichosa evolución. Qué resulta inviable que Homo sapiens sobreviva si se reduce el umbral de biodiversidad por debajo de los índices actuales, ya que los servicios ecosistémicos que nos provee la biodiversidad son los que cuidan nuestra especie.
Á. Enrique Salvo Tierra
Pteridólogo, profesor de Botánica y Director de la Cátedra de Cambio Climático de la UMA y de la de Conservación de la Naturaleza de la UICN en la UNIA
